Claustro del antiguo Convento de San Jerónimo |
Estudié en la Universidad del Claustro de Sor Juana, ubicada en el Centro Histórico del Distrito Federal, la Licenciatura en Ciencias Humanas, concluyendo hacia 1984. Por aquellos años los cuatro grandes campos del saber humanístico, la Historia, la Filosofía, el Arte y la Literatura, llamaban poderosamente mi atención, y por ello me vi concluyendo estos estudios con muchos planes para laborar, aunque no tanto dentro de la docencia.
Para 1985 decidí incursionar en la docencia, más
como una opción accesoria que como una ocupación de tiempo completo. Y en poco
tiempo estuve prácticamente todas las mañanas impartiendo clases en una escuela
particular, incorporada a la Universidad Autónoma del estado de México, del
municipio de Tlalnepantla. Sobre todo trabajando
con asignaturas como Lógica, Doctrinas Filosóficas, Historia de México e
Historia del Arte.
Desde entonces descubrí que la docencia era una
actividad motivante, un reto a mis capacidades para comunicar conocimientos y
despertar interés en los jóvenes por las humanidades, así como lograr que cada
uno formara lo que ahora llamamos competencias para la vida, y que en aquella
época era el despertar de una conciencia a los valores y a una conducta
humanizada.
Así fueron pasando los años y luego fueron décadas
hasta que estuve nuevamente instalado en mi ciudad natal trabajando con jóvenes
y buscando los mismos ideales que cuando era apenas egresado de mi carrera: la
concreción de los principios humanísticos: la verdad, la belleza, la justicia,
etc.
Ser profesor fue y seguirá siendo para mí, una
oportunidad inigualable para invitar a las generaciones de mexicanos jóvenes a
tomar conciencia y adoptar una conducta orientada al cambio, encaminada a
mejorar de muchas formas nuestra calidad de vida, a buscar en la cultura y la
ciencia las herramientas para lograr las metas más altas que nuestra comunidad
pueda concebir.
En cuanto a la educación en el nivel medio superior
puedo decir que es uno de los más interesantes porque se trata de personas que
precisamente, han adoptado ya, o van a adoptar, una postura frente a la vida,
frente a su entorno social, político, económico, y que en ocasiones una sola clase o un tema
referido en el aula va a ser determinante para que el joven o la jovencita
decida cuál va a ser su profesión o su labor como ciudadano.
Por lo señalado, los motivos de satisfacción o de
gusto por esta profesión pueden ser muy variados, desde haber aclarado una
palabra, o un simple dato que no era muy luminoso para la mente ávida de
conocimientos de un grupo o de uno solo de mis alumnos, hasta la realidad de un
joven que habiendo concluido su carrera me detiene en la calle y me saluda con
el gusto reflejado en su rostro y recuerda una de mis clases igualmente con una
sonrisa.
La insatisfacción viene muchas veces de ver cómo
durante un semestre no es suficiente el tiempo para incursionar en un tema que
en ese momento es de gran importancia o relevancia por el contexto histórico.
También en ocasiones lo planeado no se lleva a cabo por diversos factores sobre
todo externos: suspensiones de clases, inclemencias del tiempo, etc. A veces
simplemente los jóvenes tienen su atención en otras cosas y hay que remar
contra la corriente para lograr que valoren la importancia de lo que están
aprendiendo.
La cuestión de la disciplina: por lo general los
jóvenes hoy parecen presentar una tendencia a no poderse concentrar mucho
tiempo en la exposición de un tema, entonces después de unos minutos, gustan de
platicar o distraerse con cualquier cosa.
La disciplina se convierte en algo importante para
poder corregir conductas desde un inicio. Pero esa disciplina tiene que ser
llevada a cabo como un acuerdo no como una imposición.
Conclusión:
En general como balance de estos largos años en la
docencia puedo decir que es una actividad muy estimulante y satisfactoria, no
puede decirse nunca que sea rutinaria y jamás podrá decirse que es limitante,
al contrario siempre se podrá mejorar una clase, y cada ciencia avanza a paso
veloz por lo que la actualización de conocimientos siempre será necesaria y no
sólo posible.
La enseñanza aprendizaje además resulta hoy
imprescindible como solución a los grandes problemas sociales que enfrentamos.
No vamos a poder superar esos grandes males si no existe en todas las
generaciones de jóvenes por venir, una educación cimentada en valores.